Los abnegados padres saben que con el golf, están dotando a sus hijos de varios elementos vitales para su futuro: la conciencia de que existen reglas, el respeto por el adversario -en el golf y en la vida siempre habrá alguien más listo que tú- y acostumbrarlos a encajar victorias y derrotas con naturalidad. Con elegancia. Y sin más presiones que su propio juego.
Los padres quieren lo mejor para sus hijos, que se diviertan, que mejoren y si ganan mejor que mejor. Pero a veces, y parafraseando la canción de Serrat de Esos locos bajitos: “Nos empeñamos en dirigir sus vidas, sin saber el oficio y sin vocación. Les vamos trasmitiendo nuestras frustraciones, con la leche templada y en cada canción”.
En el Campeonato de España Infantil, Alevín y Benjamín celebrado hace dos semanas en La Manga ha hecho saltar las alarmas de que la presencia de los padres durante los partidos, más que ayudar, ha generado más presión y estrés en los pequeños golfistas. Estas citas nacionales, además de aprender a competir, la clave es pasarlo bien, hacer amigos y disfrutar al máximo de la infancia.

Que los padres compartan partidos de golf con sus hijos es estupendo para su aprendizaje, pero a la hora de competir, los niños tienen que hacerlo con otros de su rango de edad, sin necesidad de consejos de última hora o presión extra por parte de sus padres. Es vital que cada uno ocupe su lugar en los torneos y campeonatos.
Los niños y niñas que comienzan a competir tienen que hacerlo solos, tomar decisiones por ellos mismos, sin añadir más presión externa a su juego. Tienen que divertirse y aprender a competir con sus compañeros de partido. Con chicos y chicas de su edad.

Gracias padres; vosotros sois el semillero de la cantera madrileña.